Chisca Nature

Mi nombre es Trini

y soy la creadora que está detrás de Chiscanature!

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Para entender mejor mi marca, es necesario conocer el origen, lo que impulsó este fantástico sueño. De cómo el destino me guió (o me dejé ser guiada) a cumplir mis sueños y poder hacer de este arte mi estilo de vida.

Como decía, para entender todo el conjunto es necesario remontarnos al principio, asique allá vamos:

Tras graduarme en derecho, decidí apostar por guiar mi futuro a un trabajo estable como funcionaria. Estuve luchando durante años por unas oposiciones que me llevaron al agotamiento físico y mental (a partir de este sustrato, germinaría todo). Los fines de semana aprovechaba para divertirme junto con mi pareja y así descansar de estar toda la semana sumergida en un mar de apuntes.

Allá por el 2016 uno de estos fines de semana el destino me tenía preparada una sorpresa, algo que lo cambiaría todo.

Simbólicamente, lo podemos comparar con el billete de un tren, un tren al que decidí subirme y que a día de hoy no sé donde me lleva o cuáles son sus siguientes paradas. Pero os puedo asegurar que de momento ha sido un maravilloso viaje.

Pues bien, este billete de tren, no era un billete como tal, sino una piedra de aquella maravillosa playa de Nerja que tenía algo muy especial.

Esta piedra de apenas unos 3 cm, estaba colocada de manera caprichosa en un lugar recóndito de un gran acantilado. Aún me pregunto, ¿cómo pude verla? De tantas personas que pasaron por allí, nadie reparó en su presencia, porque para poder verla tenía que llamarte de alguna forma y captar tu atención, sin lugar a dudas fui la persona elegida.

Aquella piedrecita, no era una simple piedra de la playa, lo que la hacía especial era que estaba pintada. Pintada con un mandala, con la técnica del puntillismo, con una perfección única, una combinación de colores perfecta y a la vez sencilla. Algo que jamás vería salir de mis propias manos.
En ese momento, aquello me pareció solamente una bonita casualidad, algo de suerte que tuve. Pero no tardaron en llegar los “efectos secundarios” y ya durante ese día empezó a rondar en mi cabeza la idea de intentarlo yo, ya que justo andaba buscando algún entretenimiento que me ayudara a desconectar de mis días interminables de estudio. Dicho y hecho, busqué un lote de pintura, unas cuantas piedras y como el que organiza y prepara su maleta, partí en ese fantástico viaje.

Horas y horas de ensayo y error, días de experimentos, de formación puramente autodidacta

poco a poco fui descubriendo en mí una habilidad de la que nunca había sido consciente. Una habilidad que siempre había estado en algún lugar dentro de mí, esperando paciente a que le diera una oportunidad.

Pero a todo esto le faltaba un punto fundamental, porque qué valor o sentido tiene el arte si no se comparte. De hecho, el arte no sería considerado como tal si no hubiera una comunidad que así lo reconociera.

Por lo que el siguiente paso sería sacar mis creaciones a la calle en 2018. Fue ahí cuando ya fui totalmente consciente de que no había vuelta atrás.
El ser consciente en primera instancia de las emociones que puedes evocar en la gente con algo hecho por ti no tiene descripción para entenderlo, es necesario vivirlo.

Empecé a participar cada vez más en mercados de diseño y ahí ya fue cuando me dí cuenta de que había subido a un tren, un tren que me ha enseñado a vivir de manera consciente, olvidando las incertidumbres del futuro y disfrutando la oportunidad de día que nos regala cada amanecer.